miércoles, 10 de julio de 2019

GALA, el atractivo de la enigmática surrealista

¡Buenos días rockers!

Seguro que la conocéis, pero no muy intensamente. Por eso quiero daros la oportunidad de descubrir a esta mujer, ya que un halo de misterio envuelve la figura de esta artista sin obra, que pasó a la historia como musa, al haber sido amante de artistas y la compañera de Dalí durante más de 40 años.

Helena Dmitrievna Diákonova, conocida como Gala, nació en el seno de una acomodada familia de intelectuales rusos. Alumna brillante, acabó sus estudios con buenos resultados, que le permitieron impartir como maestra de primaria desde muy joven. Sin embargo, a causa de la tuberculosis, la enfermedad de los románticos, se ve obligada a ingresar en un sanatorio suizo. Allí conoce a Paul Éluard, el que vendría a ser el gran poeta mimado del surrealismo, que es ese momento no es más que un joven con el que comparte la pasión por la poesía, el arte y la vida.

Un año después, ambos reciben el alta y se prometen en matrimonio. Gala regresa a Rusia y Éluard parte al frente, la Primera Guerra Mundial ha comenzado a segar las vidas de miles de jóvenes europeos. El poeta logra sobrevivir a las trincheras y Gala a la revolución rusa. Se reencuentran en París, donde viven su pasión y se casan.

Su hija Cécile nacerá pocos años después, cuando Gala es ya una artista compulsiva, con un magnetismo arrollador que se traduce en múltiples conquistas. Enamorada del pintor surrealista Max Ernst, mantiene la relación con Éluard, quien admite el trío amoroso con la vana esperanza de retenerla. Lo que no previo el poeta es que el gran y exclusivo amor de la joven rusa estaba a punto de aparecer.
Ernst                          Gala                        Éluard
En 1929, Salvador Dalí llega a París para presentar Un perro andaluz, la película dirigida y escrita junto a su amigo Luis Buñuel. El joven artista conoce a Paul Éluard y ese mismo verano le invita junto a Gala a su casa de Cadaqués. En su Vida secreta, Dalí narra la atracción irresistible que sintió desde el primer momento que conoció a Gala. El flechazo fue mutuo, ella tenía 10 años más que él. Gala abandona todo su mundo y corre a Port Lligat, en la Costa Brava, a una casa sin agua y sin luz, ajena a los lamentos de Éluard y a las iras del padre de Dalí. "Enamorada como un joven animal ciego", escribe en un poema.

Cuando estalla la guerra civil española, huyen a Estados Unidos y, al volver en 1948, Dalí es ya un pintor reconocido. Algunos historiadores del arte sostienen que es entonces cuando comienza la autoría compartida de una buena parte de la obra del artista catalán, que aunque Gala no firma las obras, no solo le inspira sino que participa anónimamente en su creación.

En el óleo El sueño de Venus, Dalí retrata a Gala creando objetos surrealistas. Donde se puede percibir el talento artístico de esta mujer enigmática es recorriendo el castillo "del amor cortés" de Púbol (Girona), que Dalí le regaló y donde Gala pasó sus últimos años.

En este edificio austero del gótico catalán están sus afeites y joyas, los objetos surrealistas que coleccionaba, los vestidos bordados, de Dior y Schiaparelli, el famoso sombrero zapato, su diario inacabado (La vida secreta) y, por supuesto, la correspondencia con su incondicional Paul Éluard. Y allí murió y allí sigue, en una cripta de ese jardín mágico y wagneriano, "silenciosa, como el corazón de un bosque infinito", como ella misma escribió.

AU REVOIR!!

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