jueves, 13 de septiembre de 2018

Wasteland Weekend - Locura máxima

¡Buenos días rockers!

Hoy os quiero hablar de un festival que, al leer sobre él, me ha dejado con la boca abierta y los ojos como platos. Su nombre es WASTELAND WEEKEND y se traduce como un festival no apto para "débiles", ya que la temperatura es superior a 40 grados, están sin electricidad y la ducha más cercana se encuentra a 40 kilómetros. ¿Lugar? El desierto de California, donde miles de fanáticos de Mad Max acuden para celebrar "el fin del mundo".

¿Queréis adentraros en esta loca y salvaje aventura? ¡Seguid leyendo!

"Todo me parece un circo. Empiezo a disfrutar. Si sigo, voy a acabar como cualquiera de ellos: loco perdido". Han pasado 39 años desde que el agente de policía Max Rockatansky (Mel Gibson) sintiese el aroma de la venganza en Mad Max: salvajes de la autopista (1979), la primera de una feroz saga de cine posapocalíptico donde la crueldad, la escasez de gasolina, la anarquía y la destrucción en una tierra inhóspita no deja respiro.

Cierre los ojos, suba a un Ford Falcon tuneado y viaje hasta una zona desértica a las afueras de California (Estados Unidos). En el Wasteland Weekend (cumple 7 años) y durante cinco días (del 26 al 30 de septiembre), las tribus de Mad Max volverán a juntarse, esta vez para alardear de sus vehículos y artilugios mecánicos, de sus pinturas y sus disfraces fieles a la estética de los guerreros de la nafta.

Este año, los organizadores esperan que a ese terreno baldío acudan unas 4000 personas. Las cacerías, las persecuciones y la violencia gratuita de las películas se sustituyen por ciclos cinematográficos, conciertos de rock sin lirismo, sesiones de DJ, bares y puestos de comida, bailes y performances. Para convertir el posapocalipsis en cultura pop es fundamental la pasión, pero sobre todo el concepto de tribu, ya que cada grupo monta su campamento y emula por fuera (y por actitud) a los superhéroes de la saga.

Ver pasar por el arco de la entrada réplicas exactas de las motos, coches y camiones, impresiona. Y ellos se lo creen. Maquillados y ataviados con toda la imaginería de las películas, viven durante más de 100 horas como si fuesen los únicos supervivientes de la hecatombe. "No queremos espectadores, queremos participantes", aseguran las normas del evento. 360º de negra visión futurista.

El paraíso del reciclaje y el desenfreno. Durante meses, los asistentes preparan con mimo sus vehículos. Hay quien va montado sobre una bici transformada en una máquina para la madre de todas las batallas, y hay quien coge su Vespa y la customiza con chapas metálicas y rejillas. Además, con el paso del tiempo se ha incorporado la identidad tribal, la del exitoso Fall Out, un videojuego de rol que se desarrolla en el siglo XXII pero que recuerda el ambiente paranoico de un planeta destruido por la tragedia nuclear.

Hasta la llegada del Wasteland Weekend, el Burning Man Festival (que se acabó el pasado 3 de septiembre) era el acontecimiento anual que reunía desde hace más de tres décadas a decenas de miles de personas en la ciudad fantasma de Black Rock (Nevada) y era considerado el rey de estos festivales alternativos. Los dos eventos se celebran con una diferencia de veinte días, así, si os interesa, podéis ir a los dos.

En Europa lo más parecido acaba de concluir hace pocas semanas en Idanha-a-Nova, una zona despoblada de la comarca portuguesa de Castelo Branco, a escasos kilómetros de la frontera con el norte de Cáceres. El Boom Festival, que se inició en 1997, intenta imitar el ambiente psicodélico del Burning Man norteamericano.

Así pues, en unos días los frikis de Mad Max tomarán la parcela del desierto californiano (que incluye voluntarios, médicos, servicios de seguridad y cabinas de WC) y no precisamente para meditar. Aquí mandan el rugido de los motores, las armas de mentira, los cinturones de balas de ametralladora, las armaduras futuristas y las indumentarias estrafalarias.

Evocarán un pasado donde solo los que se adapten a vivir de los desechos tendrán el futuro ganado.

AU REVOIR!!

Texto adaptado de Salvador Bellido para la revista XL Semanal (1609).

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